Regresar a casa …

No hay nada más grande que el amor a los hijos, ni nada que se le compare.
Es un amor difícil de explicar con palabras y fácil de demostrarlo con acciones.
Después de 28 años de matrimonio, decidí poner un punto final a mi relación, los motivos son los de menos , por que se acabó en buenos términos y con una relación basada en amor, pero bueno … esa es otra historia.
Esta vez quiero escribir acerca de los grandes maestros que han sido mis hijos para mí.
En estos 27 años como mamá, aprendí a romper patrones que venía haciendo por parte de mis papás. Aprendí a ser agradecida por todos y cada uno de los momentos que he construido con mis hijos, que la vida solo tiene dos días, y que ya llevamos uno.
He disfrutado sus risas, sus lágrimas, su tiradero de juguetes y hoy en día cuando voy a sus casas , el orden que tienen. Me siento bendecida, por que puedo ver mi reflejo en cada uno y que las decisiones que toman, lo hacen de manera consciente y no de impulso como yo lo hacía.
Estoy convencida de cuando enseñas desde el amor, se ve reflejado en su día a día y me siento orgullosa de su independencia, de su manera respetuosa de hacer valer su opinión y el por qué de sus acciones.
Dicen que ser madre, es un trabajo 24/7 todos los días de tu vida, sin embargo, han sabido respetar mi solicitud de espacio , sin juzgarme, sin cuestionar, sin reclamos.
Cada día que pasa y veo su crecimiento, siento que mi manera de enseñarles será desde otra perspectiva, desde otra trinchera, siempre guiada desde el amor.